Leída La Epopeya de los Encapuchados constato que desde hace años Bartolomé Leal ha desarrollado un raro talento, no sé si reconocido ni envidiado, para relatar en primera persona y como único hablante, delitos y crímenes sobre todo de tipo sexual: homicidios, violaciones, incestos, zoofilia, coprofilia, clastomania, necrofilia, etc. Es una característica suya desde Memorias de un asesino en serie, Femicidios a la carta (parte) y varios cuentos. En la actual Epopeya… este narrador se refocila en el vandalismo y la barbarie.
Y anoté “raro talento” porque escribir, narrar delitos, crímenes y cochinadas en forma burda y ramplona, no es gran gracia. Hay plumarios de baja estofa que lo intentan. Lo curioso de los hablantes de Leal es que lo hacen con un lenguaje culto y cuidadoso. Más aún, su asesino en serie y su femicida, se prodigan en citas eruditas para justificar sus crímenes. En la Epopeya…, Dovahkiin, sangre de dragones y ex pupilo del Sename, alcanza tonos épicos y su epopeya tiene pretensiones de saga.
Me pregunto si esta curiosidad, este “raro talento”, esta narración atípica, no espantaría a ciertos lectores… Creo además que no faltarían críticos convencionales que calificarían a estos personajes de falsos, irreales, faltos de profundidad, etc. Planteo la duda. Me pregunto también qué pretende Bartolomé Leal. ¿Actuar como plumario mercenario y escribir aquello que él espera que se venda? ¿O poner en evidencia la estupidez y la tontería generalizada? No creo que su interés sea mostrar el sinsentido de nuestra vida de animales que sabemos que vamos a morir, y que actuamos como si lo ignoráramos. Más bien creo que escribe por el placer de hacerlo.
Sobre las intenciones de B. Leal, ¿por qué “fábulas” tiene sentido? Me parece que son relatos con intención didáctica y moraleja explícita. También pueden ser exageraciones, mentiras, distorsiones de la realidad. Dovahkiin, personaje de videojuegos, es un cronista bien preciso y atento a lo que escucha y ve. Sabe exactamente lo que se ha quemado, destruido, vandalizado; tiene juicios sobre los periodistas, los políticos oportunistas, los intelectuales que se matricularon con el estallido, etc. Es lo que al autor le interesa: mostrar desde su particular punto de vista y con el que, para algún lector, el autor se identifica . A pesar de las notas preliminares habituales…
Los cuentos de Bartolomé Leal y sus personajes son siempre diferentes, distintos. Sus temas aportan otras visiones, pueden ser tan actuales como el “estallido” o “la epidemia”, pero su tratamiento está lejos de lo esperado. Anoto de nuevo que no me pronuncio si es un mérito o demérito, tal vez espanten o fascinen. Creo que algún día Leal va a ser “descubierto”, para tesis de doctorado o algo así.
Eugenio Díaz Leighton, mayo 2020.
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