Jaime Larraín Ayuso es un ciudadano del mundo con múltiples intereses y variadas facetas creativas, en todas ellas al menos eficaz cuando no brillante. Arquitecto de profesión, formado en la Universidad Católica de Chile, fotógrafo por afición en lo cual desarrolló una incipiente y elogiada carrera, pasando luego al dominio de la publicidad, donde trabajó hasta hacerse conocido y solicitado en Chile, México y España; para dejar esa actividad y adentrarse en el campo de asesoría en materia de apoyo a los comportamientos individuales y sociales, especializándose en la disciplina del eneagrama, un método de caracterización de la personalidad y orientación hacia el bienestar y el logro de los objetivos.

En los últimos años Jaime ha estado incursionando en la literatura, con una novela que podría calificarse de thriller y publicada en Buenos Aires, Operación Crisálida; otra que es la que motiva esta entrevista, ¿Qué dirá el Santo Padre?; y una tercera recién terminada, de género policial. Pues de eso hemos conversado en una pasada rápida suya por Santiago, ya que habita entre Tunquén y Buenos Aires: rodeado de arenales, lobos marinos, vientos ululantes y puestas de sol, en un intervalo costero-marino a su cotidianidad costero-ribereña en la capital argentina.

 

 

P: Si bien tu nueva novela ¿Qué dirá el Santo Padre? no es precisamente negra, hemos creído que tiene oscuridad suficiente como para incluirte en este tahalí de conversaciones del sitio Libreros.cl.

R: ¡Qué más oscuro que el Vaticano! Es cierto que la novela escarba en inmundicias, y se nutre de una minuciosa investigación histórica de ellas, también es cierto que tal oscuridad es el telón de fondo para algo más luminoso. En ese contrapunto, la historia navega, interpelando al dogmatismo.

P: En tu novela anterior hay un secuestro. ¿Por qué nuevamente aparece el secuestro en ¿Qué dirá el Santo Padre?

R: El secuestro es una metáfora que me parece muy interesante: los secuestrados ya estaban secuestrados, secuestrados por sus creencias, por sus miedos, como lo estamos todos los seres humanos. El acto del secuestro solo evidencia que no somos libres, que tomamos conciencia de que estamos perdiendo algo sin saber que lo teníamos. El secuestro obliga, por parte de los secuestradores, a transgredir, arriesgar, y en el caso del secuestrado éste le convoca a hacerse preguntas, a dudar y también a valorar algunas cosas.

P: Un personaje, el Padre Tomás, encargado de los Archivos Secretos del Vaticano, parece estar poseído por una sed de vendetta que parece extraña en un sacerdote. Explícame eso.

R: No concuerdo contigo. Al Padre Tomás, como sacerdote, lo mueve una necesidad de justicia, para restablecer el verdadero mensaje de Jesús, develando las tergiversaciones del catolicismo. Pero también es un ser humano, atrapado en la desesperanza, el desencanto y también de la impotencia ante la jerarquía vaticana. Visto desde afuera, es cierto, parece una burda vendetta que pretende destruir, aniquilar. El Vaticano solo es el telón de fondo para contar la historia. En esa historia, mientras algunos persiguen la verdad histórica de las religiones, nuestro protagonista busca la explicación científica de la existencia de Dios, sin que de por medio aparezca la Fe. Para ello, invita al Santo Padre a ser testigo de un inesperado experimento.

P: ¿Por qué, al igual que en tu anterior novela Operación Crisálida, el protagonista es un octogenario?

R: Aum tiene 84 años y no tiene nada que perder. Esto, en un mundo donde todo se podría ganar, pero hay mucho miedo a perder, es un símbolo de libertad, de rebeldía frente al Deber Ser, un desafío a las apariencias. Aum se atreve a hacer algo que ni siquiera un joven osaría emprender. Quiere dejar un legado… Efectivamente. Aum es un intelectual que quiere legar ideas, teorías, análisis, pero la edad le pilla los talones y el destino le ofrece la posibilidad de hacerlo de otra forma.

P: ¿Pasando a la acción, con el secuestro de un Cardenal del Vaticano?

R: La experiencia de descubrir, ya de mayor, que tienes un hijo y que podría ser su legado, es lo que moviliza a Aum para transgredir su propia historia como intelectual, llevándolo a una acción temeraria que lo pondrá en riesgo de muerte.

P: La historia de Tomás y la de Aum parecen entrar en colisión. ¿Cuál es la más importante para ti como autor?

R: Ninguna. Ambas historias que se entrecruzan ilustran dos formas de producir cambios en el mundo. Una de ellas, a través de la denuncia y la otra a través de una especial invitación para reconvertir la religión en espiritualidad.

P: ¿Una “especial invitación”? ¿Qué quieres decir?

R: En realidad, el secuestrado es un invitado.

P: Invitado, ¿a qué?

R: A que vea el mundo de otra manera, pero no me tientes hacer spoiling del libro. Solo te adelanto que tanto los personajes de la novela como algunos lectores, estamos esperando una respuesta.

P: Ajá…

R: ¿Qué dirá el Santo Padre? Sí, estamos esperando una respuesta contundente.

P: Pero volvamos a algunos detalles sabrosos. Me refiero al manejo de la ironía…

R: La ironía de Olga es irreverente, burlona, pero la del Padre Tomás es de un asombro ético que se le hace insoportable.

P: Me refiero al desenfado con que se critica a Miguel Ángel o la burla al aparato de Seguridad vaticana, o la escena del bebé junto al turista alemán…

R: El humor es un arma muy poderosa, que también aparece en medio del drama y el suspenso. Particularmente, me divertí mucho escribiendo la escena del Papa y la Extremaunción. Allí, creo, se logró una síntesis entre la dinámica del thriller, el humor negro, el desenfado, la irreverencia, y la burla abierta al Inspector Scorza.

P: ¿Qué te lleva a invitar a la trama de la novela a personas de la vida real para convertirlos en personajes de ficción?

R: ¿Te refieres a Yuval Noah Harari, al Dalai Lama, a Branson, el de la Conciencia Global?

P: Y a Byorg, el periodista ISIS…

R: El protagonista es un intelectual y como tal debe confrontar sus teorías con sus pares para así generar la dinámica de la narración. Harari, como un ateo e historiador; Dalai Lama como contrapunto del catolicismo; Brandon como nexo entre la ciencia y la conciencia. Cada cual con sus argumentos, construyendo el telón de fondo de la historia.

P: El recurso de trenzar la ficción con datos duros de la realidad, fechas, lugares, noticias, la web, ya lo vimos en tu novela anterior. ¿Por qué lo haces?

R: La idea es que un lector crea que todo es real o que todo es ficción, pero algunos verán que esa trenza pone un marco documental a la ficción para que esta se integre virtualmente a la historia con mayúsculas.

P: No hemos hablado del Cardenal Bullbridge.

R: En él encontramos la ambición y el Poder. Astuto, calculador, frío, que se arroga un liderazgo que más bien apunta a contener los desbordes que al mensaje de Jesús. En su carrera como Papabile, no dudará en proteger al Cardenal de Boston y en recurrir a maniobras non sanctas. Es, a la vez, la piedra en el zapato para Aum.

P: ¿Eres consciente de que estuviste cerca de hacer un ensayo sobre espiritualidad?

R: Consciente y asustado de no caer en el ensayo y mantenerme en los lindes literarios. Si bien es cierto lo que apuntas, tampoco le tengo remilgos a la novela-ensayo. De hecho, Fuente ovejuna lo es; o Sumisión de Houllebecq también. Camus, Kafka, Joyce, también bordean el ensayo y varios son valorados precisamente por eso, por el compromiso con su tiempo, con las temáticas y los debates. En mi caso, es inevitable, aunque ahora estoy escribiendo una novela policial que huye del ensayo.

P: ¿De qué va tu novela policial?

R: Te cuento. En 133 páginas, el buen olfato del chef Max Kass fue más allá.  Algo huele mal, dijo apenas comenzó a intrusear en un episodio aparentemente irrelevante, a tal punto que se convirtió en una obsesión, en una desbordante curiosidad que fue afectando su vida privada. Sin darse cuenta, Max devino en un detective especial, en el Comisario Dill.

Algunos que leyeron el manuscrito me han hecho comentarios variados: que está entretenida como novela policial, otros han visto una denuncia de carácter ecologista o una reflexión en torno a la ambición, en cambio otros leen allí una historia de amor…

P: Variadas las reacciones, qué quieres que te diga. ¿Tiene título?

R: Algo huele mal.

P: Volviendo atrás. Qué es lo que más te gustó de escribir ¿Qué dirá el Santo Padre?

R: Experimentar con un tema habitualmente denso, integrando historias, humor, suspenso. Me divertí bastante.

P: ¿Crees que será bien recibida?

R: ¡Cómo saberlo! Cada día se lee menos, el Twitter nos quiere acostumbrar a los 250 caracteres, los tutoriales para todo reemplazan a los libros, los libros de cuentos son de cuentos cortos, las novelas se reducen, Netflix nos formatea con sus series convirtiéndonos en consumidores audiovisuales. De hecho, Aum logra resumir todo su legado de 740 páginas en 5 tweets, ya resignado a que nadie leerá todo su trabajo de años. Como ves, humor negro, de nuevo.

P: ¿Está publicado como ebook?

R: Amazon.com: Qué dirá el Santo Padre (Spanish Edition) eBook : Jaime Larraín Ayuso: Libros

Gracias Jaime, quedamos a la espera de tu novela policial.

 

 

 

 

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