¡Bartolomé Leal al habla!: Blog de novela policial y negra
Pocos se acuerdan del padre Ronald Knox, pero este hombre de iglesia creó en los años 20 del siglo pasado un decálogo de la narración policiaca, pionero en su especie, entre cuyos mandamientos no se permitía más de un pasaje secreto, no debían figurar chinos perversos ni incluirse dobles o mellizos. Tampoco era aceptable la intervención de lo sobrenatural ni que el detective fuera el asesino. Suyo es el concepto de que la narración de misterio es un juego entre el escritor y sus lectores. Por pasado de moda que lo consideremos, fue el primero en poner orden en un género que se volvía truculento. Knox fue bastante bromista en todo caso, escribió novelas llenas de trampas y pecó redactando pastiches de Sherlock Holmes. Se suele encontrar en los persas algún cuento o novela suyos, si uno tiene suerte. Cabe mencionar que el padre Knox fue uno de los primeros en armar antologías de cuentos policiales, en 1929, con Agatha Christie en el elenco.
Otro cura fue el principal trasgresor de los estrictos mandamientos de su colega, pero uno de ficción, el padre Brown, creado por G.K. Chesterton en 1910 y protagonista de una cincuentena de relatos. No sólo resuelve las más extrañas paradojas de manera asombrosa, sino que además filosofa, con ingenuidad y lirismo, sobre la moral de sus semejantes o la inmanencia de la divinidad. Es difícil no dejarse seducir por tal personaje, producto de la pluma de ese gran maestro de la prosa británica, favorito de Borges. Los cuentos están recopilados en cinco volúmenes y son encontrables, baratos, consultando a los mejores libreros de segunda mano. Los títulos: El candor del Padre Brown (1911), La sabiduría del Padre Brown (1914), La incredulidad del Padre Brown (1926), El secreto del Padre Brown (1927) y El escándalo del Padre Brown (1935).
Humanismo y piedad son los atributos del hermano Cadfael, de Ellis Peters (1913-1995) que en el tumultuoso siglo XII, asolado por los cruzados que vuelven derrotados de Tierra Santa, sana cuerpos y resuelve misterios en la Abadía de Shrewsbury y sus alrededores. Cadfael es un sexagenario desencantado, confía más en sus yerbas y sus deducciones que en las sutilezas del poder, eclesiástico o feudal. Una veintena de novelas es el legado de su creadora, historiadora medieval que dejó la academia para volcarse al género policíaco. Casi todas sus obras protagonizadas por fray Cadfael están traducidas al castellano, y andan por allí esperando que alguien las descubra. Recomiendo Un cadáver de más (1979), El leproso de Saint Giles (1981) y La virgen de hielo (1982).
Aparte de esos tres sacerdotes, también hay una monja, la hermana Mary Helen, protagonista de una decena de novelas que tienen por escenario un colegio de mujeres o un asilo de ancianos en California, y donde la heroína, de 75 años, llega a descansar. Se encuentra con que no sólo los terremotos rompen la calma, sino que además la policía, tan estúpida como corresponde… Devota de San Dimas, el santo patrono de los asesinos, sor Mary desenreda necedades y resuelve misterios. Lo más interesante es que la creadora de esta monja detective es una monja escritora, la hermana Carol Anne O´Marie, a quien no le faltan lectores fervorosos. Hay algunas traducciones en el mercado.