Retomando, a pedido del respetable público, las conversaciones sobre novela negra y policial que hemos estado ofreciendo en este sitio, aquí va su retorno a la realidad virtual. Pues ahora hemos querido formular un cuestionario sobre el nuevo libro de nuestro amigo y cófrade César Biernay, en la mera puerta del horno… Este escritor ha hecho un giro estupendo en su trayectoria literaria, haciendo dos entregas de crónicas policiales basadas en casos fácticos de la historia criminal chilena: Macabros. Historias de asesinos despiadados que intentaron el crimen perfecto (Catalonia, 2020); y Macabros 2. Evidencias que desbarataron la coartada perfecta (Catalonia, 2022). En ambos casos, ha ido más allá de lo habitual en este tipo de literatura negra que se rinde a lo real, verdadero y comprobado, para escudriñar en otros aspectos que tocan más de cerca los elementos psicológicos y sociológicos de los/las criminales y sus víctimas. No obstante, lo ha realizado sin abandonar el apego a los hechos. El autor es el principal heredero del pionero de los cronistas policiales chilenos, como lo fue René Vergara, referente para todos los que nos esforzamos en el género. (No lo digo solo yo, es opinión compartida). Así, hemos querido retomar estas conversaciones para preguntarle a César que hay de la tercera entrega de sus Macabros que, de acuerdo a las pocas pistas encontradas, va a tratar de las sectas y los grupos satánicos en Chile y alrededores.

—¿Puedes abundar en los contenidos y tal vez el título correcto de ese libro?

—Tal como lo mencionas, tras las dos entregas anteriores, estoy preparando Macabros 3: Crímenes de sacerdotes, sectas y adoradores de Satán. Este libro da continuidad al espíritu de la obra que busca rescatar del historial criminal chileno, casos espeluznantes que conmovieron a la opinión pública por la crueldad del homicida, el dolor de las víctimas y la sagacidad de los detectives. En esta versión de la saga me adentro en la psiquis de aquellos líderes carismáticos que aseguraron portar un mensaje divino de salvación del mundo, cuyas maquinaciones decantaron en sangre alarmando a la comunidad y alertando a todo el aparataje social respecto al estado de la salud mental en el país. Al igual que en otras tipificaciones de los homicidios, como el femicidio, infanticidio, parricidio y demases, la alerta dura tres días y luego la atención de la gente vuelve al fútbol, a la sonrisa de los matinales y a la teleserie de turno. Con este libro espero retomar la senda de las reflexiones y mirarnos como sociedad para corregir lo que estamos haciendo mal.

—¿No crees que es un tema un poco abusado por la TV, el rock y la farándula periodística?

—Creo que, si bien los casos han sido latamente tratados en noticieros, late show y reportajes de fin de semana, ellos lo hacen desde el morbo que genera en la audiencia conocer el lado oculto de una sociedad secreta. Sin embargo, estos programas no reparan en reflexiones más profundas respecto a la relación víctima-victimario, al hecho en sí mismo como fruto de la sociedad de consumo e individualista que la propia TV se encarga de incubar, ni del trabajo forense que realizan los detectives en Chile para esclarecer la verdad. Es mediante esa técnica policial que, por ejemplo, se descubrió y afirmó con apoyo de la ciencia que Antares de la Luz se suicidó en Perú, que la daga criminal de Rodrigo Orias fue adquirida con el único fin de dar muerte al cura Gazziero y que la joven gótica de Machalí fue asesinada por su pololo el “Luci” (diminuto de Lucifer) para garantizar la valentía del homicida. Mi trabajo literario, y de investigación, va por un camino distinto al de muchos periodistas actuales que obedecen a un rating y a la fidelidad de un telespectador; hurgueteo en los expedientes judiciales, recortes de diario y partes policiales hasta acercarme lo más posible al eslabón del ADN criminal que germinó la espiral de violencia que hoy constituye un flagelo social.

—¿Es un problema criminal efectivo y quizá grave en nuestro país? ¿O es puro morbo?

—Es un problema criminal efectivo y grave. Al revisar la historia reciente de nuestro país, y del orbe en general, en el marco del supuesto fin del mundo anunciado en base a los guarismos del calendario maya, muchas mentes criminales despuntaron su afán homicida al acercarse el 2012. Casos como el del Monstruo de Lolol (conocido también como el caso del anticuario o del carnicero) y el de la Secta de Colliguay, planearon en forma premeditada y con alevosía crímenes nunca antes registrados en los archivos policiales del país. El carácter cíclico de este fenómeno delictual, que se alimenta con la prensa sensacionalista y morbo televisivo, prospecta la concreción de nuevos homicidios bajo el alero del ideario satánico en escenarios paganos, bajo pretextos sustentados en las profecías de Nostradamus, el enésimo secreto de Fátima y las iluminaciones de chamanes de medio pelo. Ello sumado a una sociedad cada vez más individualista y consumista, con adolescentes solitarios, matrimonios enfermos y abuelos abandonados, que poco ayudan a revertir la escena delictual actual. Con instituciones religiosas cuestionadas, controvertidos líderes mundiales y gobiernos inciertos, muchos flagelos nacen de la mentira y la competitividad. Creo firmemente que la familia, ladrillo fundacional de la sociedad, es quien debe velar por revitalizar los valores. Es allí donde las madres, padres, hermanos y abuelos, estamos llamados a apagar la televisión, abrir los libros y revivir las sobremesas.   

—¿Crees que hay un segmento etario o social particularmente sensible a este tema (adolescentes, por ejemplo)?

—La respuesta es tajante: sí, todos. En cuanto a la variable social, existen sectas autosustentables que escudadas bajo el cartel de comunidades ecológicas cobijan a los más desposeídos, en tanto otras como la secta de Colliguay solo reclutaban seguidores de nivel ABC 1. Desde la variable etaria encontramos agrupaciones como la secta Moon que en sus matrimonios masivos casaban parejas desde los dieciocho años hasta los noventa. Me parece justo afirmar que el flagelo de las sectas y adoradores de Satán, no responde a un segmento etario o social, sino a un estado de madurez emocional. Toda persona en situación de soledad, de angustia, de tristeza incontenible, o en búsqueda de respuestas en alguna cosmovisión difícil de calzar en algunas de las tantas religiones, porta el perfil de seguidor de los líderes carismáticos que circulan libres por las veredas y calles de la ciudad, y de los pueblos, buscando adeptos para salvar al mundo a cambio de sus penitencias que de paso los librarán de la hecatombe del fin de los tiempos. Por ello justifico este esfuerzo documental y literario, en pro del diálogo sobre los beneficios y desventajas del dogma, de las creencias sobre el cielo y el infierno, y sobre lo que está en el medio entre la vida y la muerte.

—¿Visualizas un giro estilístico en tu aproximación a la redacción de este libro en relación a los anteriores?

—Ya está decidido. Macabros 3: Crímenes de sacerdotes, sectas y adoradores de Satán será la última entrega de la saga con rigurosidad de ensayo. La experiencia que me deja el primer y segundo tomo es que los asiduos lectores de casos policiales, son cautivados por el enigma y el acertijo, no por el tipo de fuente. Por (de)formación profesional siempre debo citar las obras de consulta (lo dice textual el Código de Ética del Bibliotecario), aunque parece no importar demasiado. Muchos seguidores en redes sociales me contactan para compartir impresiones de las crónicas, destacando personajes y sucesos de la historia, pero nunca para sugerir más fuentes o descartar alguna bibliografía de las referencias. Pareciera ser que mi noble afán por garantizar que los relatos se apegan fielmente a los hechos, pasa a un segundo plano ante la impronta de los más desquiciados criminales del abanico carcelario nacional. Así, respecto a un giro estilístico en la redacción, mi proyección hacia fines del 2023 es apuntar hacia una pluma más novelesca, soltar la mano y dar rienda suelta a los personajes que transitan por mi mente trasnochada de hampones, prostitutas y narcos.  

—Veo algo particular en ciertos crímenes de sectas: la aparente complicidad entre víctimas y victimarios. Recuerdo a Silo en los años 60, que depredó entre la pituquería. Hechos que nunca llegaron a procesos o condenas. Está también el caso de un gurú reciente, destacado músico, que se dedicaba a seducir y violar a damas “ingenuas”. Suicidios colectivos se llevaron a cabo con consentimiento de las víctimas. ¿Son crímenes distintos?

—El crimen es uno solo y claramente tipificado en la legislación penal de cada país. La estafa, el comercio ilegal de droga, el estupro por mencionar algunos, son delitos rigurosamente descritos en el código penal. Tanto para los casos que citas, como para los que aparecerán en mi próximo libro, existe un móvil asociado al ideario sectario. Hacia allá apunta la lectura, al modus operandi de algunos líderes religiosos, que basándose en una supuesta inspiración divina logran acaparar la atención de incautos en base a mentiras. En la línea de los estudios sobre engaños y contubernios, el presente trabajo busca indagar en el modus operandi de las sectas, los recursos que utiliza el falso profeta y las vulnerabilidades de las potenciales víctimas, a fin de minimizar este fenómeno criminal, flagelo que no se puede erradicar ya que la búsqueda de la salvación esta enquistada en el ser humano, desde su creación hasta el fin de los tiempos.  

—Abundando. El tema de las sectas ha sido estudiado. Originalmente eran movimientos separatistas de religiones mayores y luego grupos disidentes u originales. Se habla de sectas “destructivas”, “milagreras” o simplemente “inocuas” ¿Crees que la criminalidad se incuba en todas o solo en algunas?

—Bajo la lógica de la conducta desviada, que atribuye un factor social al delincuente, cuyo comportamiento antisocial se desarrolla en el tiempo según su entorno, la educación, los valores y otras variables, el crimen se incubaría en cualquier movimiento. Lo mismo desde el determinismo biológico que emana de la teoría lombrosiana, situación en que el sujeto es un rehén perpetuo de su desafortunada herencia criminal. Bajo ambos paradigmas los integrantes de cualquier secta, desde las violentas hasta las más inofensivas, podrían incurrir en la criminalidad. En efecto, en Temuco a mediados de 1995, un aficionado a bandas de rock satánico, sin haber sido iniciado en una secta, quitó la vida a dos religiosas en un convento tras haber visto la película “La sociedad de los poetas muertos”, haciendo gala del tópico de carpe diem. En tanto el 2007, la líder de la secta de Pirque, Paola Olcese, no brindó el socorro oportuno a una subordinada del grupo, quien enfermó tras dar a luz en precarias condiciones sanitarias y, además, tras perder la vida, su cuerpo fue abandonado durante nueve días para que resucitara. La líder fue formalizada por el delito de homicidio por omisión e inhumación ilegal, pero libró de la celda al ser considerada inimputable por delirio místico mesiánico. Tras el hecho formó otras sectas y hoy sigue haciendo noticia.  

—En un terreno más doméstico, por mi experiencia personal, sé que hay una enorme cantidad de sectas, sobre todo religiosas y aparentemente inofensivas a todo lo largo del país. ¿Tienen un status legal válido?

—Para responder a tu consulta debemos primero llegar a un acuerdo respecto a que entendemos por secta. Desde una mirada ortodoxa, el atentado a las Torres Gemelas fue provocado por una agrupación secreta dominada por un agudo sentido religioso. Lo mismo con los kamikazes de la segunda guerra mundial, que derramaron mucha sangre y provocaron cuantiosas pérdidas entregando sus vidas bajo un convincente modelo espiritual de servir a la patria. Pensemos por otro lado en Colonia Dignidad, cuya dinámica de servicio al Señor portaba un cuestionado protocolo de ser bueno y no ser malo para recibir la gracia divina. A ello se suma la idiosincrasia popular que mezcla la masonería, los clanes universitarios y las zíngaras gitanas, con los adolescentes rebeldes que matan gatos en los faldeos cordilleranos. La ley no da estatus a estas agrupaciones, pero el derecho penal exige de las policías sus mejores procedimientos para esclarecer la verdad.

—¿Crees que se necesita la formación de personal especializado en la institucionalidad policial?

—Para allá voy. Investigar un robo de cajero automático en una farmacia, una estafa piramidal por Internet o el microtráfico de mota en un liceo, exige procedimientos diferentes a una investigación por sacrificios humanos bajo el alero del satanismo. Desde la numerología, el crimen del sacerdote Gazziero en la catedral metropolitana fue el día 666 (sexto día de la semana, sábado 24 (2+4=6) del 2004 (2+0+0+4=6). Ese tipo de información es crucial para entender la mente criminal. Pensemos además en el sincretismo religioso que ha proliferado en el país con las recientes oleadas migratorias, mezclando conceptos de bondad y maldad, vírgenes de los bandidos, símbolos como “jamsa” que derivaron en “mano de Fátima”, prácticas africanas de vudú que desde Centroamérica migraron a Chile con ribetes de magia negra a los ojos de opinólogos y un largo etcétera. Toda esa información es insumo para los detectives, que desde las pistas levantadas en el sitio del suceso decidirán las primeras diligencias, sobre todo en el entendido que los líderes sectarios están dispuestos a entregar la propia vida en su afán de salvación, lo que implica proceder con autopsias psicológicas y estudios grafológicos a sus firmas y rúbricas para levantar su confesión después de muertos.  

—¿Crees que hay una categoría de criminales, estafadores o enfermos mentales que alimentan esta tendencia, organizados o no?

—Desde la información que he podido recabar creo firmemente que sí. No alcanzan una tendencia tan alta como los traficantes de drogas, de armas o de bienes culturales, que dicho sea de paso constituyen los tres tipos de tráficos más frecuentes en el mundo, pero sí constituyen un subconjunto de cuidado. Ser un líder sectario requiere características y dones especiales. Además de la oratoria y persuasión, el líder debe ser convincente con la víctima adecuada en el lugar adecuado, mantener un lugar para las reuniones, alejado del mundo y su ruido, disponer de un sistema de subsistencia y sistema de reclutamiento de fieles. Con todos los miedos y temores que la prensa y los canales de televisión se han encargado de propagar, y en tiempos tan difíciles como el actual post estallido y post pandemia, con permanentes virus que amenazan con nuevas alertas sanitarias, bajo el pulso de guerras en oriente y ensayos de bombas nucleares que explotan en el mar, cada vez más cerca de la costa, propician un estado colectivo de incertidumbre, escenario ideal para que Satanás meta la cola. Yo soy un hombre de ciencia y de literatura, no creo en brujos, pero como dicen por ahí, de que los hay… los hay. El que no crea, que lea el libro. 

 

 

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