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¡Bartolomé Leal al habla!: Blog de novela policial y negra

 

Masako Togawa es la maestra indiscutida de la novela negra en Japón. Nacida en 1933, se alza a estas alturas de su vida, con sus 80 y tantos, como una gran dama del género y el arte nipones. Porque es mucho más que una escritora. Cantante (pueden ver sus clips en You Tube), guionista (creadora de Playgirls, un serial de televisión tipo Ángeles de Charlie sólo que seis años antes), actriz de cine, opinóloga social, mujer extravagante (con su pelo multicolor) y, desde temprano, autora de verdaderos clásicos del género negro en su país. Ha publicado más de veinte novelas.

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Por eso, La llave maestra (1962), Lady Killer (1963) y Un beso de fuego (1985), entre las pocas traducidas al inglés y de allí al castellano, nos introducen a un universo alucinante, en el límite de la incomprensión. Se nos viene, como nunca, el abismo cultural en estas obras insólitas. Pero, de repente, la luz: son poderosas novelas negras, sólo que los signos son otros, el horror es otro, el sufrimiento es otro, el centro de l relato es otro…

¡Qué experiencia es leer La llave maestra!  En un edificio donde viven puras mujeres, es robada la llave que puede abrir todas las habitaciones. Surge el pánico. Las inquilinas, cual más cual menos, tienen algo que ocultar. Solteronas y viudas, existencias arruinadas. Ocurren sucesos extraños. Por mientras, el edificio debe ser movido, entero, para dejar paso a la apertura de una calle. Ese mundillo concentracional es remecido hasta sus cimientos, literalmente, en un país que ha perdido la guerra y debe aceptar las imposiciones del invasor. Los hilos de la trama terminan por mostrar un bordado que no es lo que parecía a retazos.

Lady Killer es otra dimensión de ese universo femenino tan caro a Masako Togawa. Nada más peligroso que la noche para las mujeres solas. Lo saben. La pesadilla anda suelta en Tokio. Un misterioso Sr. Honda, reputado seductor, recorre bares y clubes buscando presas para satisfacer su apetito. Honda anota en su diario los detalles en esta especie de cacería. Empiezan las muertes de las mujeres seducidas. Toda la evidencia apunta a él. Pero se considera inocente… Hay en toda la historia una cotidianeidad que se tuerce en tragedia o maldad, uno de los logros estilísticos de la autora. Sobre todo el mundo de los night-clubs, que conoció tan bien.

Un beso de fuego es, por su lado, una novela misteriosa, que juega con el misticismo búdico, la piromanía y el crimen. Tres personajes unidos por un recuerdo de infancia: “vieron una figura de murciélago subir por la escalera de la casa exhalando fuego”. De allí nacen una obsesión y una búsqueda.

Masako Togawa es una defensora de ciertas tradiciones japonesas. Sus obras miden las dimensiones de los gestos y paisajes de Japón. Famosa es su costumbre de dedicar sus libros con un pincel, realzando así la caligrafía ancestral. Los minuciosos detalles de las vidas que retrata dan atisbos del universo nipón; con tantos secretos para nosotros, lectores latinos, más o menos palurdos.

Para quien se interese en el género negro japonés, Edgowa Rampo es considerado el “padre” de la novela criminal en Japón. Se trata de un seudónimo (si se fijan, es una manera “japonesa” de pronunciar Edgar Allan Poe). Ya por los años 20 publicó sus primeras obras. Su nombre fue dado al más prestigioso premio de novela del género en Japón. Otro autor digamos clásico es Seishi Yokomizo, creador de un híbrido entre la narración de fantasmas y crímenes, por los años 40 y 50. El más popular es Jiro Akagawa, el más leído y nunca traducido según entendemos. Por último, no se puede dejar de señalar a Seicho Matsumoto, destacado exponente de la novela de enigma; y también a Shizuko Natsuki, Kirino Natsuo y Miyuki Miyabe. No nos queda más que rogar a las editoriales para que los traduzcan, vale.

Los libros de Masako Togawa los tenemos disponibles en el Rhinoceronte, una librería para los amigos.

 

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