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¡Bartolomé Leal al habla! – Blog de novela policial y negra

 

El género policial y negro nunca ha sido agraciado con el errático aunque glamoroso Premio Nobel de Literatura que otorgala Academia Sueca. Algunos grandes autores que incursionaron brillantemente en el género, como Graham Greene y Leonardo Sciascia, nunca fueron galardonados con aquel premio que recuerda a un traficante de armas e inventor de la dinamita. Nunca ha sonado tampoco ningún autor especializado, salvo Patricia Highsmith, la original creadora de la saga de Ripley, cuyo nombre salía a menudo en cada nueva ronda del premio. ¿Calidad literaria? Le sobraba. ¿Testimonio de los avatares de nuestra sociedad? Nadie mejor que ella expresó ese submundo horrible y monstruoso de la maldad humana del siglo XX.

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No es que James Ellroy sea el sucesor de doña Patricia, pero el “perro rabioso” de la literatura norteamericana ha mostrado con creces calidad, continuidad, imaginación y sobre todo personalidad para volcar en su obra lo más negro de la sociedad estadounidense, incorporando no sólo la realidad sino que los mitos, la literatura y el subconsciente de un país que hoy por hoy domina al mundo en todos los dominios. El imperialismo como le llama Fidel. Impone su lengua, su cultura (y su subcultura), su capacidad bélica, sus estrellas del espectáculo, sus deportistas y su economía en todo el planeta. Los gringos se fatigan un poco y la humanidad de inmediato se desmaya.

James Ellroy, nacido en Los Angeles en 1948, pateó el tablero del género negro (sin por eso desconocer su deuda con Hammett), sobre todo para los lectores metódicos y pacíficos, haciéndolos hundir la cabeza en una sucesión de horrores sin recato; un mal gusto expansivo y total desdén por lo literario convencional; una brutalidad exenta de humor como no fuera del más sangriento; en fin, un “estilo”, por llamarlo así, que cambió radicalmente la manera de escribir y entender el género negro… Claro que su biografía lo ayudó: alcohólico y drogadicto reformado, fetichista (ladrón de ropa interior femenina), nazi confeso, vagabundo (se jactaba de haber comido carne de perro), con temporadas en cárceles y sanatorios para enfermos mentales. En sus memorias tituladas Mis lugares oscuros (1996) lo contó todo, o casi.

Sobre sus libros hay bastante información, sólo me permito recordar el Cuarteto de Los Angeles y La Dalia Negra (1987), una obra maestra total. Ellroy vuelve a estar en la noticia. Razón: la salida de su nuevo libro, Perfidia, primer volumen de un nuevo cuarteto, precuela del anterior, ambientado en su ciudad natal durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1941 y agosto de 1945. Entre Pearl Harbour y la bomba atómica. Confiesa James Ellroy a la prensa: “Desprecio lo fácil, el minimalismo, las pequeñas obras de arte. Me gustan las novelas de muchas páginas”. En ellas suele imperar un estilo de frases breves, cortantes y desnudas, cercano a los partes policiales o el periodismo escandaloso. Mucho argot, a menudo carente de sintaxis en su afán de precisión; aunque con un tremendo poder seductor. He allí la fuerza de este autor.

El escritor afirma además que sus novelas no son negras, sino que históricas. Sí, de acuerdo, pero de la más oscura. Perfidia ataca con sobre 700 páginas y es sólo la primera entrega de la saga. “Es como una sinfonía de Mahler o Bruckner”, asegura Ellroy. Ambiciones no le faltan, Nobelista consumado, qué duda cabe.

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