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“Murió García Márquez”, tituló un periódico.

¿Cuándo murió?

El Jueves Santo, como Úrsula, la matriarca de Cien años de Soledad.

Pero Gabriel no pasó los 100, se fue a los 87 dejando un legado incalculable, una estela de personajes que encumbraron a América a lo más alto de la literatura mundial.

Periodista, Narrador, Cineasta o todo a la vez. Colombiano, Méxicano, Latinoamericano, ¡qué importa! Lo único cierto es que no está, que levantó sus alas hacia el cielo y  se volvió “un punto imaginario en el horizonte del mar”.

La prensa escrita, las revistas, los blogs, se llenarán de columnas que abordarán las múltiples dimensiones de un creador. Algunas le harán justicia, otras no. Lo bueno es que por unos días será homenajeado uno de los intelectuales más brillantes de toda América Latina.

No importa que millones hagan clicks en las redes sociales sobre textos y frases que nunca fueron de su autoría, no importa que muchos lo despidan sentidamente sin siquiera conocer su obra, ni que algún político inepto lo confunda con García Bernal, como no importa que Gabriel García Márquez, Gabo, haya sido objeto de parricidio literario en los noventa.

El mejor de todos los Gabriel García Márquez sigue vivo allá afuera, en bibliotecas y librerías, en las pocas buenas adaptaciones que se hicieron de su obra al cine, en la escritura de muchos que admiraron y respetaron su obra. Ahora América tiene que salir a buscarlo toda vez que pierda su identidad. No importa que el mundo esté triste desde el jueves, él seguirá vivo para siempre.

IMB.

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