¡Bartolomé Leal al habla! Blog de novela policial y negra

Para un aficionado simultáneo a los viajes y a la narrativa policial y negra, existe un libro que es algo así como el acompañante de cabecera soñado. Según se sabe, esta expresión se asocia a las lecturas nocturnas, aunque también a las que podríamos considerar indispensables. Hay pocos libros, como este de Nina King & Robin Winks, “Crimes of the Scene”, que propongan una respuesta a dos problemas fundamentales para esta clase de lector adicto, exigente y trashumante, el cual a menudo se pregunta: ¿qué libro llevar en un viaje? La cuestión no es menor, ya que, como lo manifiesta uno de los autores en el prólogo, es frecuente que ya embarcado uno no logre pasar de unas pocas páginas iniciales del libro elegido; elegido por lo general con la mar de dudas, ya que importan: a) el tamaño (que calce en la maleta o el bolsillo), b) el valor económico o sentimental (por si se pierde), y c) la pertinencia respecto al viaje.

lector crimes of the scene nina king

Entonces, afirman King & Winks, no vale la pena andar con Proust si se visita Francia, Joyce si a uno le toca ir a Irlanda, o el Dante si el destino es Italia. A las pocas páginas el lector viajero, cansado, se duerme y nada de lectura. Aldous Huxley, gran trotamundos, proponía como solución un libro que se pudiera leer por fragmentos, como las Máximas de La Rochefoucauld. Pero tal opción es limitada, eso no resuelve el problema doble de dar información del lugar visitado y consentir el placer de leer. Por lo tanto, escribe doña Nina King, editora del Washington Post y responsable principal de este libro, elijo una novela policial que trate del o los lugares que voy a visitar. Puede que uno no retorne más sabio del viaje, pero tampoco lleva peso de más, aclara. Y a menudo son baratos, hay muchas ediciones sencillas y de bolsillo.

El libro se subtitula “Una guía de la novela de misterio para el viajero internacional”. Salió en 1997. El concepto fundamental que hay tras el estudio es que la novela policial ha evolucionado bastante desde la época en que transcurría en mansiones inglesas o en calles peligrosas estadounidenses, como únicos escenarios. Y no sólo ha surgido, desde la época de oro del género policial y negro (entre las dos guerras mundiales), una expansión de los ambientes por parte de muchos escritores, sino que además se ha producido una sólida corriente de escritores del género fuera del mundo anglosajón. Pues los autores del estudio recurren de preferencia a ellos para dar sus recomendaciones. Y excluyen viajes por Gran Bretaña y Estados Unidos: se dirigen sobre todo al público angloparlante.

Un par de aspectos metodológicos adicionales. Afirman King & Winks que no necesariamente sus recomendaciones corresponden a obras de alto valor literario, ni como novelas policiales ni como libros de viaje. Pero pueden ser de utilidad. Me permito estar de acuerdo. Como lector entusiasta del género negro por varias décadas, creo que en el libro faltan algunos títulos y sobran otros. Pero lo esencial es válido. Lo otro es que han prescindido de las habituales divisiones en subgéneros: misterio, negro, thriller, espionaje, detective privado, crímenes reales, procedimientos policiales, relato criminal y el resto. El corte es diferente y no importa demasiado el tipo de narración; lo cual lo hace más apto para el lector de gustos eclécticos u ocasional, que para el fanático de algún tipo de policial específico.

Bueno, a lo concreto. Antes que nada, hablan los grandes. Si se trata de Francia, no cabe duda que la obra enorme del belga Georges Simenon es la mejor forma de acompañarse en ese país. El inspector Maigret recorrió buena parte de la geografía francesa persiguiendo criminales. Aunque para París, las novelas de Leo Malet, en especial las que ambientó en los distintos Arrondissements (distritos) de la ciudad-luz, son guías inapreciables, en particular sobre el universo canalla. Los pioneros, como Maurice Leblanc (las aventuras de Arsenio Lupin) y Gastón Leroux (con clásicos como “El fantasma de la Ópera” y “El misterio del cuarto amarillo”), más las aventuras de Fantomas, nos dan vistazos del París de otrora, presente aún en muchos rincones de la ciudad. No hay que olvidar que el primer relato policial fue “Los misterios de la rue Morgue” (1841) de Edgar Allan Poe, que transcurre precisamente en París. Otros dignos de mención son John Dickson Carr con “El crimen de las figuras de cera” y Patricia Highsmith, cuyo extraño personaje Ripley habita en las cercanías de Fontainebleau.

España entró tarde a la novela policial y negra. La causa se llamó Franco, el dictador, en cuyo régimen, dominado por la curia católica, no había espacio para un género tan impío. Nadie iba mucho por allá tampoco, de modo que son escasos los relatos donde España está presente. Pero vendría una extraordinaria floración de autores tras la recuperación de la democracia, descollando Manuel Vázquez Montalbán y su atormentado detective Pepe Carvalho; y David Serafín (que es británico) con su inspector Bernal. Pronto se sumarían a lo menos dos colosos: Andreu Martín, cuyo centro de atención es la ciudad condal, Barcelona, y Juan Madrid que tiene un amplio espectro de locaciones en España. Este capítulo del libro en comento tiene como interés adicional que incluye un apéndice con recetas de cocina.

Italia apenas lo ha hecho mejor en cantidad de libros policiales aunque sí en calidad, con tres escritores de primer orden, Leonardo Sciascia y Andrea Camilleri con sus novelas ambientadas en Sicilia y tramas con los temas de la mafia; y Giorgio Scerbanenco, el creador del Dr. Duca Lamberti, un médico que investiga en los bajos fondos de Roma. Pero hay una pléyade de autores que han ambientados sus obras en Italia: Michael Dibdin (creador del inspector Zen, de Venecia), Donna Leon, Ngaio Marsh (contemporánea y rival de Agatha Christie)… Para Suecia, la pareja formada por Maj Sjöwall & Per Wahlöö da una incomparable visión de su país durante la segunda mitad del siglo pasado. King & Winks no alcanzaron a considerar la aparición fulgurante de nuevas estrellas como Henning Mankell y Assa Larsson. Y si se trata de Holanda, nadie como Janwillem van de Wetering con sus policías de Ámsterdam, ciudad que aparece exhaustivamente retratada en una serie de novelas y cuentos.

En el libro se limitan a los clásicos. Autores probados, aptos para el viajero que no desea correr riesgos. Si el viaje es por Australia, el mejor tutor es Arthur Upfield, creador del detective mestizo Napoleón Bonaparte, que se prodiga sobre todo en el ancho y desolado paisaje de su país; aunque también son relevantes las plumas de Peter Corris y Marlene Day, autora de “El último tango de Dolores Delgado” y “Las desapariciones de Magdalena Grimaldi”. Los inquietos Balcanes están representados en las novelas de Eric Ambler, así como Alemania con John Le Carré y Len Deighton; en tanto que Praga (Chequia) ha tenido varios cronistas, tales el local Josef Skvorecky y el versátil Lawrence Block. Si de Viena (Austria) se trata, imperdible es Graham Greene con “El tercer hombre”. ¿México? Me quedo con las obras de James Cain, Ross Macdonald y Margaret Millar, sin olvidar a los locales Paco Ignacio Taibo II y Rafael Bernal, autor de un clásico: “El complot mongol”.

Hay mucho más en este libro en cuanto a países y autores: África, China, Cuba, Egipto e Irak (Agatha Christie), Japón, Rusia, etc. Si se trata de África, nuevamente el nombre de Graham Greene es destacado con su novela “El revés de la trama” (1948), que se desarrolla en un país ficticio que puede ser Sierra Leona. Si nos movemos a África del Este, nadie mejor que Elspeth Huxley, autora de la memorable novela “Los flamboyanes de Thika”, que ha escrito también varias novelas policíacas tradicionales ambientadas en Kenia, destacando “Crimen en Safari”. Agreguemos a M.M. Kaye, británica nacida en Indiacon “Muerte en Kenia” (1958) y a Donald Westlake, norteamericano autor de la célebre “Kahawa” (1983), que transcurre en la Uganda Idi Amin Dada. Para Sudáfrica el gran nombre es por cierto James McClure con su serie de la pareja interracial de policías Kramer y Zondi, con la cual recrea las contradicciones del régimen de apartheid.

Si nos movemos a China, para cerrar esta nota aunque hay mucho más, el nombre del holandés Robert van Gulik es carta segura, el recreador de las hazañas detectivescas del Juez Ti de la séptima dinastía (630-700 D.C.), traducidos al castellano en varias ediciones difíciles de encontrar… Creo que no existe otra guía mejor que “Crimes of the Scene” para aperarse de libros oportunos y entretenidos para un viaje, de esos que animan y no joden. No está traducido que yo sepa. Algún día espero publicar el mío, actualizado para lectores-viajeros hispanoparlantes. Respetados editores/as, atento a vuestro llamado 🙂

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